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Un cuento con-sentido

  • Juan Sebastián Arango
  • 2 dic 2015
  • 6 Min. de lectura

Hace mucho tiempo, en un pueblo donde nada tenia color ni sentido, nació junto con una estrella fugaz una pequeña idea al cocinero real del castillo; su idea era crear un árbol donde nacieran las mas deliciosas propuestas de sus frutos, para así brotar los mas deliciosos y hermosas comisas a la gente que se le acercara, pero tenia la particularidad que este fruto nacía del recuerdo y del corazón de cada persona.


Puso en marcha su loca idea y empezó a buscar a un viejo amigo, mago por supuesto, que podría ayudarle cumplir su sueño, el cocinero salió rumbo al bosque mágico, donde tomó del castillo su cucharon, wok y tapa de una olla, se convertían en su escudo, casco y espada, una mochila donde empaco diferentes sacos con alimentos, cada uno lo clasifico en seis bolsillos diferentes de acuerdo a las sensaciones del gusto, unos sacos demás y por supuesto llevaba en su mano izquierda una linterna, que irradiaba una llama de color azul y una fina luz similar a la de la luna llena en las noches de oscuridad. Sin embargo dentro de su bolsillo, guardo un pequeño cuaderno y carboncillo, el cual se trataba de su diario de cocinero donde traía todos los recuerdos mas valiosos de su vida y pequeñas fotos de aquellos lugares donde había podido visitar.


Salió en una noche donde la oscuridad era inmensa, muchos se reían de el, otros lo trataban de loco y hasta despistado, señalándolo como si fuese un fracaso, pero el valiente cerro sus ojos, respiro profundo y creyó en el sus habilidades y mas que eso en sus sueños. Partió hacia lo desconocido, pero lo único que el estaba seguro, era de que regresaría con su idea hecha realidad y así su pueblo podría percibir las mejores sensaciones de los alimentos. Paso una primera semana, el recordaba las ultimas palabras de aquel viejo amigo en el c

ual le decía al caminar en el bosque no utilices la vista, ni la escucha, menos el tacto, ni el olfato y el gusto, que solo buscara con su sexto sentido, el cual era la unión de todos aquellos sentidos que tenia mas su corazón, usara la magia que tenia dentro de el y mezclara el cuerpo y el alama en una sola para así poder encontrar todo aquello que se encontraba oculto por nosotros mismos.


Agotado de tantas noches de búsqueda decidió dormir en la copa del árbol más alto que se encontraba a su alrededor, escalo hasta llegar a una rama donde podía ver una pequeña luz que titilaba hacia lo lejos, su pueblo, el cielo lleno de aquellos puntos muy brillantes, el cual se acordaba a su padre cuando le contaba aquella anécdota alusivo a la soledad. Saco su pequeño cuaderno, y empezó a dibujar aquellas formas que podía ver en el cielo, y fue escribiendo por cada luz una loca pero fantástica receta, se acordaba de todos sus viajes, aquellas frutas extrañas que pudo conocer y saborear, el aroma de los pequeños panes recién horneados que hacia su abuela, imaginaba escuchar los estruendosos sonidos de la cocina, sentía en su cuerpo el calor del los fogones y al mismo tiempo aquel y suave uniforme que cubría de las quemaduras y pequeños desastres que hacia en la cocina; pero así poco a poco empezó a mezclar todos los sentidos, algo extraño le estaba sucediendo, sus ojos, empezaron a cerrarse, su mente en cambio, se encontraba trabajando, sentía todo lo que se encontraba a su alrededor, el viento, los insectos, los rayos de la luna y el olor de los viñedos a cientos de kilómetros.


No podía moverse era algo extraño, mandaba ordenes desde su cerebro al cuerpo pero este no respondía, lo ultimo en el acordarse fue ver como todo a su alrededor empezaba nublar y la luz azul de su linterna empezaba a brillar mas y mas. Sintió le crujir de una hoja y callo en un profundo sueño. Al abrir sus ojos, se encontraba en otro espacio, un lugar totalmente desconocido para el pero algo familiar, sentía recuerdos, pero no sabia donde andaba, era algo muy extraño las cosas que estaban le traían algún tipo de recuerdo de su pasado o sus viajes, pero el lugar donde estaban no sabia cual era. Se levanto suavemente del suelo y dio un giro era tan grande, tan infinito el espacio que no podía encontrar su fin. A lo lejos, había una pequeña luz muy blanca, camino hacia ella gritando y preguntando quien estaba cerca de el, pero solo respondía su eco, cada vez mas fuerte gritaba y su eco se amplificaba cada vez más y la luz mas brillaba.


Al llegar a la luz encontró un comedor, algo no tan particular, sino algo extraño, este tenia en la parte superior un jardín, grama, flores, insectos, mariposas volando por todas partes pero lo insólito de esto era que estaba servida la mesa, en ella se mezclaban los alimentos con avanzadas técnicas culinarias, y muchas sillas a la espera de personas. Toma de un plato una hoja naranjada y seca como en otoño, pero al verse los dedos se andaba derritiendo, su curiosidad pudo mas que su miedo y lo probo, era un sabor similar a caramelo, pero se veía y sentía tan real que no encontraba explicación. Siguió probando cada cosa que se encontraba en la mesa, formas de orejas humanas, claveles blancos como la nieve, huevos con símbolos extraños hasta llegar a al puesto principal, en el se encontraba el plato vacío y no lograba entenderlo.


Se le ocurrió la idea de servir un plato con aquellos pequeños bocados que había obtenido de pasar de puesto en puesto; pero unas carcajadas gruesa, retumbaron el gran salón principal temblando y espantando aquellas mariposas e insectos que se encontraban en la mesa. De un salto se escondió debajo de la mesa y temblando del miedo sacó su cucharon y la tapa de la olla, estaba preparado el raseo cocinero para enfrentarse a lo desconocido. Pero de la nada salió un pequeño hombre, se encontraba vestido envuelto en unas sabanas de color blanco y azul, salió temblando debajo de la mesa y sacando pecho se le enfrento, preguntándole quien era y el pequeño amigo solo vio, lo miro y le paso una copa llena de agua donde le dijo que todas sus respuestas las encontraría ahí.


Tomo una copa de la enorme mesa y cuando vio fue el reflejo de el sin entender el pequeño amigo le pidió que sacara de su morral los pequeños sacos y los pusiera en forma circular. Aquel, asustado empezó a sacar uno por uno pero se preguntaba el por que sabia todo aquello que traía, saco los sacos, el cuadernillo, el carbón y hasta aquella lámpara de fuego azul, las hojas que había escrito hace poco volaron gracias a un pequeño viento nacido del suspiro del pequeño hombre, los sacos se fueron abriendo uno por uno, y un polvo de colores extraños empezaron a salir, el fuego azul se empezó a dividir donde la estructura de la linterna se volvió polvo, la llama torno un color rojo y la forma de la llama azul se convirtió en una gota. El viento abrazo todos estos elementos y llevándolos como por arte de magia al cielo se genero un gran destallo de luz de todos los colores, pero algo, un punto negro se quedaba en lo alto e iba bajando poco a poco. Una forma extraña similar a un huevo poso sobre la mano del pequeño hombre que cerro sus ojos y estiro sus manos al humilde cocinero.


Este con miedo, abrió sus manos y recibió una pequeña semilla llena de colores y símbolos diferentes, este era liviana, una piel rugosa pero lo que mas le sorprendía eran esas pequeñas letras poco difíciles de entender y ver en la corteza de la semilla.


El pequeño hombre le susurró al oído que en esa diminuta semilla se encontraba todo aquello que tanto quería y soñaba, por lo que había emprendido este camino y su proyecto de vida pero que debía volver ya, el desesperado vuelve y pregunta que quien era y el pequeño hombre le dijo que es a quien buscaba por siempre y que siempre lo encontraría cada luna llena en el reflejo del agua calmada. Al despertar era aun de noche, asustado solo soltó una pequeña sonrisa, donde solo decía que era un sueño pesado y que nada había sido real, pero al abrir su mano una extraña semilla, igual a la de aquel sueño callo de su mano, la tomo, y sorprendido y sin explicación miro al cielo, diferente se encontraba las estrellas pero con la luna en sus ojos dio gracias, bajo del árbol y salió a toda marcha de regreso a su pueblo natal.


Al llegar en todo el parque central abrió un pequeño hueco, sembró la semilla y en unos instantes un árbol con miles de frutos extraños broto de la tierra, cerro sus ojos y entendió en el reflejo de la fuente cerca al árbol que todo lo que el quería y sonaba se encontraba en su interior, todo la experiencia, los sentidos, preparaciones que deseaba su corazón y generara recuerdos se encontraban dentro de él. Solo le faltaba abrir sus ojos y ver que su mundo es un gran lienzo, donde confiando en sus habilidades, y cocinando con amor generaría grandes resultados en los demás.



FIN.


 
 
 

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